Encuentros Diálogo Berenstein - Kaës 1
En ocasión de la visita del Dr. René Kaës a Buenos Aires en
junio del 2002, el Comité Editorial de nuestra Revista lo invitó aparticipar de un diálogo con el Dr. Isidoro Berenstein.
El Dr. René Kaës es autor de varios libros publicados en
diferentes idiomas, que recopilan conceptualizaciones fruto demás de treinta años de rigurosas investigaciones, entre ellos: Elgrupo y el sujeto del grupo y, en colaboración, Realidad psíquicay sufrimiento en las instituciones y Violencia de estado y psicoa-nálisis.
El Dr. I. Berenstein es Miembro Titular de la Asociación
Psicoanalítica de Buenos Aires y de la Asociación Argentina dePsicología y Psicoterapia de Grupo, y autor de numerosas obrasentre las que se cuentan: Familia y enfermedad mental, El com-plejo de Edipo, estructura y significación, Psicoanálisis y semió-tica de los sueños, Psicoanálisis de la estructura familiar, Elsujeto y el otro, Lo vincular y Psicoanálisis de la pareja matri-monial (estos dos últimos en colaboración con la Dra. JaninePuget). Isidoro Berenstein: René, ¿cómo comienza un diálogo? René Kaës: Quizás sería bueno introducir el encuadre de la cuestión.
1 Participaron del diálogo: la Dra. Delia Faigón, la Dra. Zulema Razumny de Forster, la Lic. Silvia Resnizky y la Dra. Inés Raitzin de Vidal. I. B.: Esta conversación es acerca del dolor social. El título es importante. Siempre me da que pensar acerca de por qué algo se llama como se llama. Esta conversación es acerca del dolor social. Como nombre parece tener una falla, ya que pienso que el dolor está estrechamente ligado al cuerpo. El dolor mostraría al cuerpo en su entidad más biológica, el dolor no admite simboli- zación. En cambio sí el sufrimiento, la frustración, el malestar, se pueden simbolizar. Usar el término dolor y pensar que la socie- dad es como un cuerpo, me sugiere un pensamiento totalizante que no diferencia ni discrimina, y de un pensamiento totalizante a un pensamiento totalitario hay pocos pasos. Los gobiernos autoritarios usan muchas metáforas corporales para referirse a la sociedad: dicen proteger al cuerpo social, los opositores lesionan el cuerpo social, el silencio es salud. Una primera caracterización sería que el dolor social, más allá de ser una expresión que permite reunirnos, como comienzo es encubridora. El conjunto social no es de iguales, lo que tiene de igual es que somos todos diferentes y ajenos. Te sugiero pasar de dolor a sufrimiento, pero ahora resulta otro problema: el sufrimiento social no es igual para todos. ¿Hay un sufrimiento social o cada uno tiene un sufrimiento singular, o distintos grupos tienen distintos tipos de sufrimiento? Todo lo que es englobante, parece resultar encubridor. Pregunta: ¿Encubridor de qué? I. B.: De la diferencia, de la ajenidad, encubridor de que el su- frimiento no es igual para todos o de que no es el mismo sufrimiento. Por ejemplo para un desocupado el sufrimiento es de una cualidad y magnitud, para un piquetero es de otra, para un psicoanalista es de otra, y así sucesivamente. Son distintos tipos de sufrimiento. Me parece que el psicoanálisis, al día de hoy no tiene muchos instrumentos para pensarlo. R. K.: Empezaste por señalar un punto de la teoría que me parece muy importante. Escuchándote pensaba en la formulación de Freud. El habla de sufrimiento psíquico de origen social, quiere decir que pone en cuestión el orden propio de lo social, diferente del orden de lo psíquico, para articularlos uno al otro. Efectiva- mente, puede haber en un campo social, en un momento histórico dado, en un campo histórico y social determinado, fuentes de
sufrimiento que se expresan por un cierto número de perturbacio-nes en la organización del aparato psíquico, en la formación delsujeto, que pueden ser observadas en formas clínicas. Más allá deestas formas históricamente observables, la posición de Freud esaún más radical. Dice que para que lo social se constituya, esdecir el conjunto de reglas que permiten vivir en conjunto, uncierto número de exigencias de trabajo psíquico son impuestaspor el vivir juntos. Recuerdo, o cito, solamente lo que mencionaacerca de la renuncia a la realización directa de los fines pulsio-nales. De esta renuncia surge un sufrimiento, pero tambiénsurgen de ella formas de desarrollo que son sostenidas por losprocesos que Freud describió clásicamente, como la sublima-ción, que son empujados por los ideales compartidos. Desde estepunto de vista, es posible extraer una consecuencia: que existenespacios psíquicos compartidos y comunes, y que es precisamen-te en este espacio psíquico y común que juega, de una maneraambigua, la metáfora del cuerpo social. Estoy totalmente deacuerdo con Isidoro cuando singulariza cada sufrimiento, peropienso que podemos admitir como una hipótesis de trabajo la ideade un conjunto –esto concierne a la pareja, la familia, el grupo,las instituciones–, que contenga de cierta manera espacios psí-quicos en sufrimiento. Por mi parte, utilizo el término metapsí-quico para designar esa parte de la realidad psíquica que no fueapropiada por un sujeto, y que no existiría sin los vínculos queesos sujetos mantienen entre sí. I. B.: No creo que Freud sea siempre un buen punto de partida para estas cosas, porque su punto de vista es individual desde el comienzo hasta el final y los conjuntos sociales serían una aplicación de esa perspectiva. La pulsión es un buen lugar de partida para un punto de vista individual. La renuncia de los fines pulsionales con relación a las formaciones culturales constituye un punto de vista homogéneo con el mundo individual , si tomá- ramos la heterogeneidad de un punto de partida no pulsional. La pulsión tiene que ver con el mundo infantil, con la representa- ción, con la sexualidad infantil. R. K.: Sí, quisiera interrumpirte. Lo que yo decía no concierne a la teoría más “caliente”; era una manera de definir el problema en términos de sufrimiento psíquico de origen social. Freud distin-
gue bien la autonomía de lo social en relación al campo psíquico. No es lo mismo decir “sufrimiento social”, porque hay unaambigüedad, y no es lo mismo decir sufrimiento de origen social,porque lo que está puesto en cuestión en ese momento son dosórdenes de causalidad, dos órdenes de determinación. Uno tieneque ver con la organización del campo social como sosteniendolo que llamé el nivel metapsíquico, aquello de la vida psíquicaque es exterior al sujeto y sobre lo que se apoya, es decir la partede la vida psíquica que es la de los otros a su alrededor. O sea, endos palabras, lo que Freud distingue hablando de sufrimientopsíquico de origen social, es a la vez el campo de lo social, quetiene su autonomía y que no es simplemente una extensión delpsiquismo. La vida social tiene sus propias exigencias que leimpone al psiquismo. Por otro lado, en la estructuración mismade la vida pulsional, hay un efecto de represión y a la vez unefecto de estructuración que viene desde afuera del sujeto. Losprocesos de transformación pulsional que se llevan adelante en lasublimación también están constituidos socialmente. Yo piensoque en la constitución misma de la pulsión hay un elemento queestá constituido por la presión de otro aparato psíquico. Estadiscusión ya la tuvimos hace dos años. Pienso que la función deapoyo le impone a la organización misma de la pulsión, a sudirección, la impronta de otra subjetividad. I. B.: Veo un obstáculo: la representación no da para conocer lo que el otro me propone. Lo que dice René, es que en nosotros el otro aparato psíquico presiona a través de la representación. Mi problema es, ahora, cómo hacer para que mi psiquismo inscriba algo nuevo, y si es tal no puede ser abarcado por la representa- ción, salvo parcialmente. En la relación con el otro tengo que poder encontrar la manera de inscribir eso del otro que no puedo representar. Si lo tengo en la representación, se asocia a una interioridad. Pongo un ejemplo a nivel político: en las últimas elecciones acá en Buenos Aires, en la Argentina, votó poca gente. En USA vota, más o menos, el 30% de la población. ¿Qué es lo que votan? Representantes. ¿Por qué no votan? Porque los repre- sentantes no representan a la gente que los votan, una vez votados se independizan de los representados y hacen las tramas que marcan los partidos. Quiero decir que la noción de representación está en crisis en política, en sociología y en psicoanálisis tam-
bién. En la relación con el otro y en la relación con lo social haynovedades que habremos de inscribir, y a través de la represen-tación, hablaremos de lo que está inscripto. Entonces, ¿por quéhablamos de sufrimiento social? Porque los cambios socialesconfiguran una pérdida de eso con lo que nos representamos en elpasado, y eso no nos deja ver lo nuevo que tiene cada crisis social,lo nuevo sujeto a la posibilidad de inscribirse, más acá o más alláde la representación. Por eso me parece que a diferencia de lo queFreud dice en Psicología de las Masas., que la psicología sociales una psicología individual, me parece que la psicología individualno es una psicología social, aunque se inscriba en el psiquismo. R. K: Freud no dice sólo que la psicología social es una psicolo- gía individual. Se propone definir las modalidades de los funcio- namientos psíquicos implicados por el nivel social. Vale decir, que presenta lo social como comportando un nivel de organiza- ción psíquica. I. B.: René, ¿vamos a inventar una sesión individual? Entra un paciente a su sesión y dice a su analista que llegó tarde porque en la calle había una manifestación que le impidió venir a su hora. Venía bien, pero como había una manifestación y los coches iban lento, llegó un poco tarde. Además, tuvo una pelea con su mujer antes de salir de casa, antes de venir para acá, y lo puso muy mal. ah, y anoche soñó que estaba con un hombre mayor y él se sentía expuesto a un peligro y ese hombre mayor no lo cuidaba. El analista, mientras tanto va pensando: “Sé, por mi parte, que hay una manifestación y que los pacientes están llegando tarde. Lo sé por los otros pacientes. Bueno, debo pensar otra vez en el conflic- to de pareja de este paciente, y además poner en transferencia: qué peleas está suscitando conmigo. Y el sueño justamente habla de eso, hay un señor que no lo cuida. Le interpreto el sueño.” Bien, ¿por qué elegiré el sueño para interpretar? ¿Por qué no la llegada tarde por ese suceso ocurrido en la calle? No lo hago porque lo he considerado como que no es material. Como analista no tendría qué decir. Creo que sé porque otros pacientes me dijeron, entonces esa parte de la sesión no la voy a interpretar. La pelea con la mujer, no la voy a interpretar porque voy a tratar de ver transferencialmente qué significa. El sueño sí, porque soy psicoanalista y una de mis funciones es interpretar sueños. Hay
una teoría y una técnica. Sin embargo, el material, habla de tresproducciones heterogéneas. Me parece entender que ese es el tipode problema que tenemos los psicoanalistas, que sabemos inter-pretar representación, pulsión y mundo infantil. De los otrosespacios heterogéneos, no sabemos suficientemente, no tenemosuna teoría que nos avale, y por lo tanto trato de entender todo enla teoría que conozco: narcisismo, complejo de Edipo, pulsión,representación. Hay materiales de la sesión que dejo de lado,porque tendría que construir una teoría para eso, una teoría queme parece que en Freud no está. También podría decir que está enFreud, si requiero que todo esté en Freud, pero ese es otroproblema. R. K.: Si querés, no hablemos más de Freud por el momento. Con Freud, con Melanie Klein, con Winnicott, con Kohut, es igual. No tienen los conceptos que nos permiten enfrentar estas cuestiones. I. B.: Ahora, ¿cómo pensás esa sesión? R. K.: Lo que escucho en lo que decís, es que hay una imposibi- lidad de situar el registro que pertenece a lo social y el registro que pertenece a lo intrapsíquico, en la sesión. El ejemplo que dio Isidoro muestra que en la realidad psíquica que se produce en la cura, hay una zona de incertidumbre en cuanto al modo en que ella es producida. Desde el punto de vista epistemológico, quizás no es diferente de lo que se nos escapa como viniendo del orden biológico. Eso quiere decir que hay una zona de desconocimien- to, o quizás dos. Ahora voy a volver a citar a Freud cuando habla del ombligo del sueño, es decir, ese punto donde el inconsciente descansa sobre el cuerpo. Pienso que hay un segundo ombligo, definido por el lugar desconocido pero nutricio que conduce –lo umbilical es un conducto–, donde descansa o se apoya lo social, con más precisión, lo que se constituye en el espacio intersubje- tivo. Desde mi punto de vista, esas formaciones psíquicas comu- nes y compartidas, no pueden producirse si no hay un vínculo, ya que no pertenecen como propiedad a cada sujeto. En ese conjunto psíquico común y compartido detecté un cierto número de forma- ciones, de organizaciones, que a la vez tienen realidad psíquica y que al mismo tiempo son organizadores del lazo, del vínculo social. Tengo que hacer alusión a lo que llamamos alianzas
inconscientes o pactos denegativos, lo que Piera Aulagnier llamóel contrato narcisístico y lo que Freud llama la comunidad derenuncias a la realización directa de fines pulsionales. Entonces,mi idea a propósito del sufrimiento psíquico de origen social, esque surge a partir de la desorganización de esas alianzas incons-cientes. Las perturbaciones o fallas en la organización misma delpreconsciente, son una constante en el sufrimiento psíquico deorigen social. El homólogo o correspondiente en el campo inter-subjetivo cultural y social me parece que es el déficit de sistemasde representación colectiva que llevan o vehiculizan para cadasujeto, un sistema de pre-significación o de pre-simbolización. Hasta acá el esquema, pero ahora es necesario también quehablemos de la manera en que nosotros concebimos, de qué estáhecho este sufrimiento de origen social. Forma parte de lo quellamo la clínica del extremo, o de lo extremo, y entre sus signosestá la urgencia. Doy algunos ejemplos: el conflicto entre el hipercontrol social, y el individuo ubicado en situación de omnipoten-cia y, al mismo tiempo, sin poder actuar. Las modalidades polí-ticas y económicas de la sociedad hiper liberal acentúan conside-rablemente estas contradicciones. En nuestra sociedad, se pide ala vez superar los modelos parentales constantemente, tanto enlos cuadros de la industria, en la escuela, y al mismo tiempo, losmodelos a superar se transformaron en inconsistentes. Aquí hayalgo que concierne a la crisis de las referencias identificatorias. Conservaría el concepto de identificación y de referencia identi-ficatoria como un componente del sufrimiento psíquico de origensocial. En relación con el ejemplo de tu paciente, no puedo decirnada sobre la manera en que condujiste la sesión pero me digo queen esta circunstancia en que llega tarde por razones que no son lassuyas, está intentado dar un sentido psíquico a lo que es incom-prensible porque él no puede dominar la huelga, los autos, lamanifestación. I. B.: En relación a las formaciones psíquicas compartidas, diría que lo compartido me resulta cada vez más enigmático. Hoy sugiero que donde hay compartido no hace falta vínculo, dado precisamente lo compartido. R. K.: Sí, pero simplemente yo ahí hago la diferencia entre común y compartido. I. B.: Al día de hoy vínculo es obstáculo, lo que tengo que hacer para trabajar con él, no ya para hacerlo desaparecer, sino para crear de nuevo a partir de ese obstáculo. Por otra parte, y aquí me repito, todo lo que empieza con re es repetición: representación, recreación, hay una nueva vuelta sobre algo que estaba antes. Al día de hoy, las alianzas inconscientes y pactos, para mí, están en cuestión, requeriría otra formulación. Hace diez años decía que la alianza hacía al vínculo, y hoy digo que la alianza inconsciente podría anular al vínculo, ese hacer con la ajenidad del otro. Desde este punto de vista una alianza hace una solución que anula el vínculo. Si “estamos aliados”, en parte estamos en lo mismo, ilusoriamente. R. K: Sí, pero eso no quiere decir que la alianza no existe. I. B.: Claro, existe. Digo que donde hay una alianza no hace falta el trabajo del vínculo. El trabajo del vínculo empieza donde la alianza finaliza. Ahí es donde tenemos que inventar algo nuevo porque lo anterior deja un campo sin analizar. Entonces, la crisis ¿qué muestra? Que los sujetos humanos son ajenos unos a otros. Con eso hay que hacer algo. ¿Qué podemos hacer? Una posibili- dad, la sabida hasta ahora es identificarnos, ponernos en el lugar del otro y poner al otro en nuestro lugar. Allí donde se supone empatía, el otro es un semejante, dejó de ser ajeno. Como psicoa- nalistas deberíamos abocarnos a una teoría psicoanalítica, no sólo de la identificación, que ya tiene tantos desarrollos, sino una teoría donde pudiéramos decir qué hace el psiquismo con lo ajeno del otro. Ese ajeno que, por otra parte, se me impone y debo aceptar. Pero ¿cómo lo acepto si no es cubierto por la represen- tación? La cultura occidental y sus obras, las obras de Freud están basadas en el principio de representabilidad y de ahí de semejan- za. Veamos conceptos como el de el contrato narcisístico, de Piera Aulagnier. ¿Por qué llamó narcisístico al contrato? Narci- sismo proviene de libido con la que inviste al otro y lo registra como similar a mí, entonces, ¿cuál es el contrato narcisístico? Aquel por el cual formamos parte de una misma comunidad donde, cada uno en su diferencia es aceptado por el medio, al cual se compromete a sostener. Pero veamos un tema tan actual: los inmigrantes, ¿son semejantes a los del país que los recibe? No hay identificación con ellos sino regulación de su circulación.
Nuestro tema como psicoanalistas es cómo hacer con algo que nose va a representar sino que tiene que inscribirse en el aparato. Elpsicoanálisis nos dice que todo lo que se inscribió, se hizo en lainfancia, en los primeros años. ¿Cómo inscribo a mi vecino de lacalle que me es ajeno? ¿Qué hago con mi jefe? El modelo familiarsirve para las relaciones familiares. Para las relaciones socialeshabrá que construir otro modelo, que no sea solamente el familiarinfantil ni el pulsional. Entonces vamos a tener que tener tresmodelos: el pulsional para explicar lo que pasa, por ejemplo, conel sueño, con el lapsus, con las representaciones de lo ajeno delsujeto, lo inconsciente. Un modelo otro sería para explicar larelación con el otro de la familia y el parentesco, y otro modelopara explicar la relación con ese otro o esos que no es de lafamilia, el del espacio público. R. K.: Todo lo que acabás de decir muestra el interés de concep- tos como contrato narcisístico, pacto denegativo, alianzas in- conscientes. Efectivamente, con el extranjero inmigrante el con- trato narcisístico no funciona. Y hay allí una fuente de sufrimien- to para él, porque se constituye como extranjero sin posibilidades de formar parte del conjunto, ni de ser protegido por el conjunto, ni de tener un lugar en el conjunto. I. B.: Recuerdo a Derrida, el problema del extranjero es un problema para él y es un problema a resolver para el huésped que tiene que darle un lugar al extranjero. R. K.: Hacés bien en criticar esos conceptos, porque no explican suficientemente qué sucede cuando no funcionan estas alianzas, contratos, pactos, que son el cimiento de la vida social. Desde mi punto de vista, cuando se tiene la experiencia de los grupos –como vos tenés de las familias– se ve bien que es esto lo que está en juego para que el grupo se constituya. Son necesarios esos conceptos. I. B.: Pienso ahora cómo sería esta conversación si en lugar de Buenos Aires fuera en Lyon o en París. Creo que el lugar condiciona a los interlocutores. R. K.: Lo que estoy diciendo es en función de la experiencia que
tengo en Lyon con los indocumentados, los vagabundos, losdesempleados, los que piden asilo. En los desempleados –tengoa algunos en el diván– lo que encuentro es que sufren por estarfuera de esa suerte de holding narcisístico que puede brindar losocial. El narcisismo es un zócalo para existir. Es nutricio. I. B.: ¿Por qué diremos que el zócalo ha de ser el narcisismo nutricio? ¿Por qué nutricio? Es un concepto útil para la relación objetal y, en parte, para las relaciones familiares basadas en la relación del bebé con la mamá y la vivencia de satisfacción. Eso es nutricio. Puede que el extranjero sea representable como bebé y el ciudadano que lo rechaza sea la mamá. Ahí se muestra cómo estamos huérfanos de palabras y de modelos. Hacen falta otros conceptos y otras palabras. Porque nutricio remite a un solo origen, el narcisismo da cuenta de lo fundante del zócalo para esa relación. R. K.: Pienso que sigue funcionando, que se re-moviliza en situaciones de desamparo, hilflosichkeit, desamparo. Pero. ¿qué concepto propondrías para dar cuenta de lo que está en juego actualmente para los adultos en el campo social? I. B.: Puedo proponer, aunque requiere más desarrollo, el de imposición. La imposición es un mecanismo, es un mecanismo de inscripción de lo novedoso, de lo ajeno del otro y que produce subjetivación. La imposición no requeriría de la metáfora nutricia. En cambio sí puedo pensar la vida de la mamá y el bebé de otra manera, desde la imposición. R. K.: Sobre ese punto pienso que cuando Piera Aulagnier habla del contrato narcisístico, habla de un contrato que autoriza un lugar, y que da al sujeto un lugar que lo estructura en el conjunto. ¿Esto tiene que ver con imposición? Esas ubicaciones (posicio- nes), en un primer tiempo de complementariedad narcisística, ¿se forman, tienen lugar, se constituyen, en ocasión de las necesida- des pulsionales? Porque si la madre falta, al niño le falta un lugar, porque está en desamparo en ese momento. El lugar del desam- paro es el lugar donde no hay lugar. I. B.: Una conversación propiamente dicha ha de mostrar clara-
mente los lugares de diferencia. Porque pienso que sobre ladiferencia comienza el vínculo, más que sobre el acuerdo. Unacrisis en el pensamiento estructural es la noción de lugar. Siestructura es el conjunto de lugares a los que, el sujeto o elconocimiento se van a ubicar, la imposición es un concepto queno va a un lugar predeterminado: ha de hacer un lugar donde nolo hay. Y no es traumático, no se relaciona con experienciatraumática. Entonces, se cuestiona el lugar de la complementa-riedad. Se dice que si tomo una naranja y la corto por la mitad,entonces una mitad es complementaria de la otra. Si hacemos laprueba, una vez cortada naranja, nunca más coinciden las mita-des. No hay tal complementariedad. Es una bella figura de Platónpero los hechos no se ciñen al concepto de complementariedad. Entonces, el psiquismo tiene que resolver cuando la mamá está ycuando no. Cuando la mamá no está se llama ausencia, y ese seríael lugar de la representación. Cuando la mamá tiene presencia elbebé va a tratar de usar la representación, pero en tanto presente,no coincidirá con la representación. Ha de hacerle un lugar dondeno lo hay. Desde Badiou surgió un corrimiento respecto de loestructural. Si es un lugar preparado, es para la representación. Sino lo está, ha de construir un lugar. El vínculo haría esaconstrucción. R. K.: Estoy a la vez de acuerdo y no de acuerdo con vos. Estoy de acuerdo con la perspectiva abierta, creadora, de la invención de un nuevo espacio, una nueva ubicación, una nueva posición para el sujeto. Se podría hacer referencia a Winnicott, me dirás qué pensás de eso. I. B.: Se puede referir a Winnicott, pero no es de Winnicott. Sí lo sería para decir que es un lugar reencontrado-creado. R. K.: Eso no es un lugar predeterminado porque hay juego. Es la debilidad del pensamiento estructuralista. Yo no soy estructu- ralista, salvo para introducir la noción de transformación en la estructura. Transformación no solamente en la estructura sino de la estructura misma. Esto tiene una cierta importancia en la medida en que ahí reside mi desacuerdo con vos. I. B.: Pero, ¿en qué se transforma la estructura? R. K.: Se transforma en las situaciones catastróficas. Es decir, en las situaciones en que el principio mismo que organiza la estruc- tura por oposiciones complementarias. I. B.: ¿Cuándo se desestructura la estructura? R. K.: Cuando las estructuras están confrontadas con una impo- sibilidad de transformación. Eso quiere decir que se supone que hay siempre estructura pero que no son las mismas. El principio de oposición dialógico –no sé si hay que decir dialéctico en este caso–, pero dialógico, es aquel donde un elemento no es pensa- ble, constituible sin otro elemento, o sea, que está en relación con este elemento. Pero el punto en que estaba en desacuerdo con Isidoro era que en este caso no es dialéctica, ya que no hay una superación de un estado anterior. En cambio el principio dialógico tiene que ver con que es más bien un principio de oposición, de contradicción, que funciona sin que necesariamente haya un resto. El punto sobre el que no me encontraba necesariamente de acuerdo con Isidoro es que, en las situaciones catastróficas en que no hay recurso a los roles, a los lugares que fueron determi- nados, lo que retorna y lo que se repite, son estructuras antiguas. Por ejemplo, la crisis en la adolescencia, ¿cómo es que puede o no, reestructurar lo que Piera Aulagnier llama el contrato narci- sístico? Tenemos allí un punto conflictivo, un punto de transfor- mación necesario, porque si el adolescente se forma de acuerdo con el contrato narcisístico, no tiene posibilidades de inventar su lugar. Y no puede hacerlo más que redefiniendo este lugar con relación a otro grupo, diferente del grupo familiar. Estoy de acuerdo contigo para decir que la sociedad no es como una familia, si bien las metáforas, más bien, las representaciones imaginarias tiendan a hacernos confundir la sociedad y la fami- lia. Pero pienso también que son procesos y estructuras que fueron constituidas en el seno de los vínculos familiares, cuando un sufrimiento de origen social no deja al sujeto el lugar, la posibilidad de reinventar un lugar, de inventar un lugar. I. B.: En los últimos años, tengo conciencia, y muy aguda, de que cuando discutimos términos científicos o metapsicológicos tam- bién estamos haciéndolo desde nuestra posición ideológica, sin decirlo. El pensamiento de la estructura, de la transformación de
la estructura, y que el caos sobreviene porque una estructura, porejemplo social, no se puede transformar, ése es un pensamientode las clases dominantes. Estructura aquí sería lo que la clasedominante, ceñida a un pensamiento dominante, define como taly lo que ha de permitir o no entrar. Todo lo que cambia en elpensamiento dominante, éste lo denomina caos. Hay pensamien-tos que no son dominantes, que buscan inscripción y que habráque darles un lugar. En realidad nadie “puede darle” un lugar anadie, porque los lugares resultan de un “hacer”. Si un lugar esdado, es un lugar hecho. El sufrimiento social no es el mismo enBuenos Aires, en Nueva York, en Roma, o en París. Me resultamás próximo acá en Buenos Aires. El sufrimiento social no tieneque ver solamente con el caos de formaciones estructuralesprevias, sino con el hecho de que hay gran cantidad de personasque no tiene inscripción, perdieron o les fue despojada su inscrip-ción como personas. Eso genera un sufrimiento por no tener unlugar y también lo genera en las personas que tratan de que esosajenos vayan a los lugares que ya están establecidos, suerte de nolugares. Entonces, imposición es un concepto importante, impli-ca que la presencia debe tomarse en cuenta, sin que eso seatraumático o caótico. No rompe la estructura, sino le hace unlugar. Pero si el pensamiento dominante necesita conservar esoslugares, a eso le va a llamar caos. R. K.: Sobre ese punto estoy bastante de acuerdo. Se puede hacer un uso ideológico del concepto epistemológico de la estructura, en términos que intenten mantener su homeostasis. Se puede considerar también lo que decís, que la estructura no puede mantener una forma de vida más que si tolera que haya zonas no estructuradas, que no sean necesariamente denunciadas como caóticas, que pueden provocar perturbaciones importantes, pero que sean toleradas por la estructura. Comprendo lo que decías por ejemplo, a propósito del sufrimiento psíquico en el trabajo, en la empresa. Pero yo lo inscribiría en una contradicción: en las empresas neoliberales se pide a los sujetos que sean creativos, siendo la creación la condición de invención de una relación novedosa con el trabajo y, al mismo tiempo, las empresas funcio- nan según un modelo de seguridad en las cuales en primer lugar, el consumidor, el cliente debe ser satisfecho y eso implica protocolos, procedimientos de organización del trabajo extrema-
damente rígidos. El tercer término de la contradicción es, encierto modo, que los procedimientos de trabajo que son impues-tos no dan cuenta de las condiciones reales de la práctica delmismo. Esa es una situación actual, que es determinada en unnivel social, que genera un sufrimiento psíquico, en la que seplantea la cuestión de las referencias profesionales constituidaspor el trabajador, quien supone que lo que se espera de él es lainvestidura del valor agregado por su competencia y como corre-lato, un reconocimiento por parte del conjunto. I. B.: Quizá corresponda a una descripción de nuestra pertenen- cia a la institución y a la teoría analítica. Para pertenecer al conjunto, se espera que transmitamos lo instituido. Entonces, ¿cómo hacer para moverse de ese lugar? ¿Cómo hacer para mover un pensamiento dominante? La pulsión es un pensamiento domi- nante que cubre un lugar, mas no todos los lugares. Para pertene- cer, el psicoanálisis nos estimula a pensar creativamente pero en el marco de la transferencia, del mundo infantil, del mundo representacional, y es mucho lo que se ha pensado en estos cien años. El psicoanálisis, hasta el día de hoy, no tiene mucho que decir acerca del sufrimiento social. Sobrevendrán otras formula- ciones porque no es suficiente con lo que dijo Freud, Lacan, Winnicott. Una diferencia entre nosotros, es que para René, creo que con Freud, con Piera Aulagnier o con Winnicott, alcanza para explicar el sufrimiento social. Y yo pienso que no. Podría hacer- los alcanzar, podría hablar del desamparo o podría hablar del vínculo nutricio temprano como metáforas, pero al día de hoy me parece que se trata de mundos heterogéneos y se necesitan otras postulaciones. R. K.: Sobre este punto estoy de acuerdo. I. B.: Pero entonces, ¿dónde está el desacuerdo? Pregunta.: Me parece que el punto central es que para Isidoro, el tema de los pactos, las alianzas y el contrato narcisista está en cuestión. René basa la situación de dolor social y de sufrimiento a partir de la ruptura de las alianzas y de los pactos, y del contrato narcisista. Cuando se rompen aparece el dolor. Es una divisoria de aguas muy importante. R. K.: Es un elemento importante y creo que, si bien me apoyo en Freud y Piera Aulagnier, digo también otra cosa, porque hay otras consecuencias que derivan de esta representación de las alianzas, los pactos y los contratos. Y no encuentro que esas consecuencias hayan sido extraídas por esos autores. La noción de heterogenei- dad continúa siendo pensada dentro del espacio intrapsíquico, distinguiendo las diferentes maneras de producción del incons- ciente, por ejemplo, el inconsciente reprimido, el inconsciente no reprimido. Es una heterogeneidad interna que plantea problemas en la conducción de la cura. Pero la heterogeneidad está también entre el espacio tópico intrapsíquico y el espacio extra-tópico. I. B.: Sería el espacio del otro. R. K.: Yo lo llamo el espacio de más de otro, porque pienso que no es solamente el espacio de otro generalizado, o el espacio del gran Otro, es también un espacio heterogéneo en la alteridad. Allí hay quizás puntos en que estamos de acuerdo. Efectivamente, pienso que no tenemos, que buscamos, yo, vos, otros, en el campo del psicoanálisis sobre lo que la experiencia de la teoría, de la cura, nos enseña. Sabemos que la teoría psicoanalítica se hace a partir de una situación que no permite responder a todas las cuestiones que conciernen a la organización del espacio psíqui- co. El psicoanálisis está basado sobre la metodología de la cura individual. Pregunta: Para precisar coincidencias y diferencias ¿estarían de acuerdo en plantearlo como que reconociendo diferencias radica- les entre los distintos espacios, mundo psíquico, mundo social, divergen en la forma de inter-relacionarlos? La imagen del ombligo que establece un conducto y una comunicación, habla de un modelo de pensamiento más en el sentido de complementarie- dad, de interacción. Las imágenes de Isidoro hablan más de la aparición de lo nuevo y del acontecimiento como algo radical- mente diferente a ser incorporado desde otro lugar y con otros mecanismos. Como si los espacios estuvieran diferenciados por ambos pero no coinciden en sus líneas de articulación. R. K.: Si entendí bien, la complementariedad es una de las figuras, de las formas, y la heterogeneidad no implica la comple-
mentariedad. Contrariamente, se puede negar la heterogeneidadcon el pensamiento imaginario de la complementariedad. Es, encierto modo, el discurso que sostiene la cultura de la empresacuando dice: somos complementarios, no perdemos nada. O elmodelo de la universidad: el que enseña es complementario delalumno. I. B.: Los diálogos no deberían terminar, sino para interrumpirse. ¿Qué va a pasar con este diálogo? ¿Algo nos cambió o seguimos pensando lo mismo? En las dos situaciones devienen cualidades de malestar. Uno es un sufrimiento inherente a la repetición y que poco y nada se modifique, y otro es de alarma: si se cambia, no saber qué va a devenir si se deja lo instituido.
Agradecemos a la Dra. Mónica Serebriany por su trabajo de
Isidoro BerensteinRepública de la India 2921, 9º “A”1425 Buenos AiresArgentina
René Kaës32 Cours de la LibertéLyon 69003Francia
WYETH V. LEVINE: NOT THE END OF PREEMPTION AND NOT THE END OF THE WORLD On March 4, 2009, the Supreme Court of the United States issued its decision in the closely watched case, Wyeth v. Levine . In a 6-3 opinion authored by Justice Stevens, the Court held that federal law did not preempt the plaintiff’s claim pursuant to state law that the label of the anti-nausea drug Phenergan d
HEALTH SERVICES POLICY & PROCEDURE MANUAL North Carolina Department Of Correction POLICY # CD-5 Page 1 of 9 EFFECTIVE DATE: October 2007 SUPERCEDES DATE: None To assure that DOP inmates with Pulmonary Diseases are receiving high quality Primary Care for their condition. All DOP Primary Care Providers and Chronic Disease Nurses are to follow these guidelines when treating inmates